La tuna de Kim

NO SÉ a estas alturas cómo andarán las brigadas internacionales que está reuniendo Alejandro Cao de Benós, ese personaje cuyo oficio es ejercer de catalán norcoreano. Se cifraba ayer el alistamiento en 200 héroes. Cruzo los dedos para que se sumen todos los españoles que de buena fe defienden el régimen coreano y salgan pitando en caravana para Pyongyang a hacer de escudos humanos del hijo del Querido Líder, que va a necesitar a muchos encima; yo prometo despedirlos en el puerto de Barcelona agitando el pistolón como en una boda afgana. Al fin y al cabo sería como extirpar de España a la tuna, que eso es en lo que se ha convertido el comunismo de este país: un encuentro de tuneros (ayer unas juventudes respaldaron el régimen de Kim ante el imperialismo yanqui; si hoy José Bretón le declara la guerra a Obama no tengan duda de a dónde llevará el descarrilamiento ideológico, salvo que Bretón sea del PP: en ese caso les estallará la cabeza a todos). Estos movimientos frenopáticos y marginales, que tienen en la postura faldicorta de los diputados de IU un aliento viril, no son patrimonio español. Los hay también en USA, aunque se les reconoce mejor porque tarde o temprano cogen las escopetas en soledad y se plantan en un instituto. En España sin embargo se reivindican con acciones exultantes. Un teletipo de última hora, por ejemplo, informa de una convocatoria de golpe de Estado para el 25 de abril. ¡Tres semanas! En tres semanas quieren organizar una guerra. Cualquier español de bien coge la agenda y el 25 tiene plan; no hay ni tiempo para encargar esmoquin. Y digo yo, ¿no les preocupa más la amenaza imperialista sobre la Arcadia de derechos civiles norcoreanos que la ya perdida y antidemocrática España? Pues no. De hecho piden a los que no se puedan acercar a Madrid que «ocupen un hotel» en su ciudad. No se especifican las estrellas.